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Asociación Canaria de Estudio de la Globalización - ACEG -

HACIA UNA FILOSOFÍA DEL ENCUENTRO. Juan Montero Gómez

HACIA UNA FILOSOFÍA DEL ENCUENTRO
Como blanco y como filósofo quiero centrar mi exposición aquí esta tarde en lo que
podríamos llamar «Deber de memoria» o «Deber de reparación de la memoria».
Aun cuando hoy podemos hablar -en términos científicos- de la no existencia de razas,
pues existe una mayor diferenciación genética entre individuos de un mismo país que
entre individuos de razas distintas, procede una revisión de la historia desde el reconocimiento
de la contribución de la raza negra al nacimiento de Occidente. Aquello que
constituye nuestro orgullo como cultura, existía en buena parte cuando nuestros pueblos
eran bárbaros. Con el cristianismo como religión oficial y la iglesia católica como
brazo ejecutor, los blancos roban y falsean la historia a lo largo de los dos mil años del
mayor expolio jamás conocido. Como dice la escritora maliense Aminata Traoré: «Lo
peor no ha sido el robo sistemático de nuestras materias primas, del que todavía estaríamos
a tiempo de resarcirnos. Lo peor ha sido la violación sistemática de nuestro imaginario,
el hundimiento programado de lo nuestro, de nuestras culturas, de la imagen
que nosotros teníamos de nosotros mismos».
Así pues, todo intento serio de interculturalidad pasa ineludiblemente por la restitución
a los pueblos negros de lo suyo, empezando por la memoria, voluntariamente olvidada
y masacrada, de sus creaciones, de nuestra herencia.
Toda interculturalidad para que esté a la altura de su cometido, exige el reconocimiento
equilibrado de las culturas del encuentro, nunca podríamos hablar de interculturalidad
desde la dominancia y el desprecio.
Es por todo esto por lo que me propongo hoy aquí esbozar apenas, en el deseo de que
después sigamos dialogando entre todos, la importancia de los pueblos negros, pueblos
africanos, en el origen de nuestra historia y de nuestros valores.
La trata, la colonización y, acto seguido, un neocolonialismo de multinacionales y déspotas
a sueldo de las metrópolis, han obligado al negro -a lo largo de casi cinco siglosa
buscar sus referencias identitarias en culturas y mundos que les eran ajenos.
Podríamos hablar aquí de pasada de la imagen del blanco. Durante mucho tiempo,
demasiado, la imagen de sí mismo trabajada por el blanco en tierras africanas le equiparaba
a un semidios: desde la prohibición, impuesta a los africanos durante el período
colonial, de dejar África y recibir por tanto información de su propia mano de las culturas
y los usos blancos, hasta la retirada subrepticia de los enfermos o heridos blancos
bajo un pretendido permiso vacacional y la no concesión de permiso de viaje a África de
blancos impedidos o deformes, todo ello abundaba en el intento de recrear la imagen
del blanco como raza sin defectos. Un blanco siempre aparecía ante el negro como un
ser superior dotado de unas capacidades inalcanzables. Nunca enfermo, siempre dispuesto,
el blanco habitaba una esfera distinta de la realidad.
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Si a esto añadimos la imposición de lenguas europeas (mayormente el ingés y el francés)
sin tradición en la cultura africana, y el desprecio de las lenguas vernáculas. Este
machaqueo de lo propio acompañado del diezmo de la población derivado de siglos de
esclavitud provoca, en pueblos de tradición oral donde el sostenimiento de todos los
eslabones de la cadena generacional es vital, un corte abrupto de la transmisión cultural.
Durante siglos el negro ignora sus referencias originales, un muro de ignominia e
ignorancia programada se levanta entre ellos y su propia historia. Hoy, el relevo a la
esclavitud despiadada como método de disgregación y aniquilamiento cultural, lo han
tomado las instituciones financieras internacionales, la cínica deuda externa (¿quién
debe a quién?), las guerras provocadas, epidemias sospechosas como el sida con el
inestimable apoyo a su expansión por parte de nuestra iglesia y la indiferencia secular
ante enfermedades que, como la malaria, de haberse dado en continentes ricos, haría
ya mucho tiempo que hubiese sido erradicada.
Pero como no todo ha de ser terrible y nada es eterno, en la historia de los pueblos
negros desde el costeo de los portugueses allá por el siglo XV, existe una época clave,
un período que se extiende desde la segunda guerra mundial hasta los primeros años
sesenta del pasado siglo. Siendo la década de los cincuenta años de revueltas, esperanzas
y conquistas. Todo empezó, como casi siempre pasa con los pueblos oprimidos,
por una pulsión egoísta de los amos. Europa se desangraba en una guerra en el fondo
fratricida cuando, ante la necesidad imperiosa de vencer, los gobiernos europeos se
acuerdan de sus queridos negritos. Nacen entonces cuerpos reconocidos por su valor
y, una vez acabada la contienda, por el desprecio al que una vez más se vieron sometidos,
como los fusileros senegaleses y junto con ellos y con su obligada visita a tierras
europeas comenzó a resquebrajarse el mito del blanco.
Por los caminos de la Europa de los años 40, el negro encuentra lo que habitaba entre
los suyos: enfermedad, miseria, odios, hambruna, muerte... El blanco resulta pues como
el negro, el retorno de estos exiliados a la fuerza constituye el embrión de lo que, algo
más tarde, serán los partidos por las independencias, asimismo la labor de los intelectuales
negros en la recuperación de la memoria histórica alcanza cotas hasta entonces
insospechadas, se avecina la década prodigiosa, los años de la negritud de los que el
filósofo francés Jean Paul Sartre, refiriéndose a uno de sus mayores exponentes el
poeta y activista antillano Aimé Cesaire, llegó a decir que era la mejor pluma en francés
de su tiempo. Elogio que André Breton, bien conocido en estas tierras tinerfeñas, compartió
con él.
Es en esta labor de recuperación de la memoria histórica a la que me referí en el
comienzo de esta charla donde, de forma inevitablemente rápida, quisiera centrarme
ahora. Dos son los autores negros clave en este proceso; de una parte el historiador
senegalés Cheikh Anta Diop y de otra el filósofo, helenista y latinista de la Guayana
inglesa George Granville Monah James.
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Por uno de esos guiños que nos hace a veces la historia y que, un poco a la ligera,
solemos llamar casualidades, los dos libros fundamentales de estos autores: «Naciones
negras y cultura» de Anta Diop y «Herencia robada« de Monah James aparecen el
mismo año 1954, el primero en Francia y el segundo en Estados Unidos, sin que estos
escritores se conociesen entre sí. Sin embargo desde su mutuo desconocimiento, las
tesis que ambos autores mantienen en sus obras, van a hacer del año 1954 el año del
renacimiento intelectual negro-africano. Sobra decir que ambos investigadores eran plenamente
conscientes de la trascendencia de lo que estaban escribiendo.
«Naciones negras y cultura» cuyo contenido fue originalmente una tesis doctoral propuesta
a la Sorbona y rechazada como herejía, fue publicada por Presence Africaine,
editorial y librería parisina perteneciente al senegalés Alioune Diop, tras haber sido
rechazada por varios editores blancos. Este libro demuestra de forma exhaustiva y
minuciosa la anterioridad de las civilizaciones negro-africanas por relación a cualquier
otra civilización planetaria y, asimismo, demuestra la naturaleza negro-africana de todas
las culturas de los antiguos pueblos del Valle del Nilo: Sudán, Nubia y el Egipto predinástico
y dinástico. Sin embargo, durante 20 años, fue relegado al ámbito francófono y
no es traducido al inglés y a otros idiomas hasta que en 1974, después de 20 años de
lucha por el reconocimiento de sus ideas, éstas se imponen en una encendida defensa
de su autor en un congreso de egiptólogos organizado por la UNESCO en El Cairo bajo
el título: «Poblamiento del Egipto antiguo y desciframiento de la escritura meroítica». Es
después de este congreso que sus revolucionarias ideas sobre la importancia de los
pueblos africanos en la historia del continente y en la historia universal, pasan a formar
parte de la Historia General de África editada por la UNESCO.
De igual forma, el libro de Monah James «Herencia robada» que demostraba la inexistencia
de lo que llamamos Filosofía Griega y devolvía el mérito de todas las ideas que
sustentaron esta falsedad a sus verdaderos autores, los egipcios, cultura negra-cultura
africana., pudo ser publicado sólo con dinero del bolsillo de su autor y, poco después se
convirtió en el primer libro retirado de las universidades norteamericanas. Corrían los
años del Ku-Kux-Klan y de los movimientos de emancipación negra. El libro de Monah
James se propagó como la pólvora por los ambientes estudiosos negros de los Estados
Unidos, empieza entonces a ser invitado a conferencias por todo el país, pero no llega a
dar ninguna pues, poco antes de caer el telón sobre el año 1954 el autor aparece estrangulado.
El asesinato de Monah James el mismo año de la publicación de su libro, todavía
hoy impune y sin siquiera haber sido investigado, impidió de forma definitiva que estos
dos colosos de la memoria colectiva y del orgullo negro pudieran llegar a conocerse.
Hoy sería imposible detenernos de forma prolija en la obra de estos dos autores, bástenos
antes de terminar resaltar algunos puntos básicos.
Varios son los argumentos esgrimidos por Cheikh Anta Diop en su libro para demostrar
sus tesis de la anterioridad de la civilización negro-africana y de la naturaleza negra del
egipto de los faraones:
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En primer lugar se refiere el autor al incontrovertible TESTIMONIO VISUAL de los historiadores
y escritores de la antiguedad. Para los escritores griegos y latinos contemporáneos
de los egipcios de la antiguedad la antropología física de éstos no ofrecía ninguna
duda: los egipcios eran negros de labio grueso, cabellos rizados y piernas delgadas.
El testimonio casi unánime de autores como Herodoto, Diodoro de Sicilia,
Estrabón, Apolodoro, Esquilo, Aristóteles ... etc, establece que las razas del Valle del
Nilo eran razas africanas y negras que, establecidas en primer lugar en Etiopía, en el Nilo
medio, irán descendiendo paulatinamente hacia el mar siguiendo el curso del rio.
Otro testimonio importante es el TESTIMONIO BÍBLICO. Hay que analizar la génesis del
pueblo judío: quién es el pueblo judío, como nació, cómo engendró esta literatura que
es la Biblia en la cual la descendencia de Kam, hijo de Noé y ancestro de negros y por
lo tanto de egipcios, sería maldita. ¿CUÁL ES EL ORIGEN HISTÓRICO DE ESTA MALDICIÓN?.
Extraeremos un texto del libro donde el autor da cuenta de estos acontecimientos.
«Aquellos que iban a convertirse en el pueblo judío llegaron a Egipto huyendo del hambre
en Palestina y en número no superior a 70 pastores organizados en 12 familias
patriarcales, nomadas sin industria, sin cultura, el pueblo judío abandona Egipto 400
años más tarde siendo 600.000 y habiendo edificado los elementos básicos de su tradición
futura y, más concretamente, el monoteísmo». En el transcurso de estos 400
años de estancia en Egipto el pueblo judío pasa de ser bien acogido, protegido por los
faraones y dedicados al cuidado de los rebaños del señor, a ser temido por su crecimiento
desorbitado con el riesgo que podía significar para Egipto la alianza de este pueblo
con enemigos exteriores. Comienzan así a perder el favor del faraón y a ser perseguidos
en los que iban a ser los primeros progromos de la historia de este pueblo.
Empiezan los asesinatos de los hijos varones de las mujeres judías, son sometidos
como pueblo a las mayores vejaciones y destinados a los trabajos más esclavos.
Si el pueblo egipcio hizo sufrir tanto al pueblo judío como cuenta la Biblia y si el pueblo
egipcio era un pueblo de negros descendientes de Kam como mantiene la misma Biblia
y como ellos mismos se autodenominaban: Kemit, el país de los negros, no podemos
ignorar las causas históricas de la maldición de Kam expresada en la literatura judía
inmediatamente posterior a este período de persecución. Todas las contradicciones
aparentes se aclaran y la lógica de los hechos aparece en toda su desnudez: los habitantes
de Egipto simbolizados por su color negro tal y como su propio nombre indica,
fueron malditos para siempre en la literatura del pueblo que ellos habían oprimido.Es la
historia escrita por los esclavos frente a los señores, se trata de la venganza de los
oprimidos frente al opresor.
Otros argumentos en defensa de la negritud y africanidad del Egipto antiguo son propuestos
a lo largo del libro de Cheikh Anta Diop. Por falta de tiempo me limitaré a enunciarlos:
los egipcios se dirigían a sus dioses principales bajo el apelativo KMT que, como
hemos visto, significa negro. Osiris e Isis, entre otros, eran dioses negros. El culto a los
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ancestros así como el totemismo emparenta de forma estrecha a la cultura egipcia con
las otras culturas negras del continente, lo mismo cabe decir de la práctica de la circunsición
que es tomada de los negros posteriormente por los pueblos semitas. El análisis
científico de la dermis de algunas momias, escogidas a lo largo de diferentes períodos
de la historia de este pueblo, atestigua la presencia indudable de melanina en la
piel. Es de destacar también que el grupo sanguíneo al que pertenecen incluso los egipcios
actuales, sobre todo los del Alto Egipto, es el mismo grupo B de las poblaciones
del África occidental que habitan junto al oceano Atléntico y no el grupo A2 característico
de la raza blanca antes de cualquier mestizaje. De igual forma está demostrado el
parentesco íntimo entre la lengua del antiguo Egipto y las lenguas negras actuales y más
específicamente el Walaf, hablado también en Senegal, es decir sobre las costas atlénticas
del continente africano. Por si esto fuera poco y ya para terminar, también las
representaciones humanas que debemos al arte de este pueblo, tanto en escultura
como en grabado y pintura, manifiestan rasgos y colores claramente negroides y así lo
expresa el propio autor:
«Destaquemos que las representaciones humanas de la Protohistoria y del Período
Dinástico no corresponden, de ninguna manera, con la idea que de la raza egipcia de
fienden los egiptólogos occidentales. Allí donde el tipo racial autóctono se nos presenta
con un mínimo de nitidez, aparece siempre como negroide. En ningun lugar los elementos
indo-europeos y semitas son representados, siquiera como simples ciudadanos
libres al servicio de un jefe local. Las escasas representaciones que encontramos los
muestran siempre como cautivos, las manos atadas detrás de la espalda o en posición
arrodillada. Representan pues una raza de siervos, una raza dominada».
La argumentación aquí expresada hace concluir a Cheikh Anta Diop que «Grecia ha
tomado de Egipto (no nos olvidemos, un país de negros africanos) todos los elementos
de su civilización, incluido el culto a los dioses. Es pues Egipto y no Grecia la cuna de
la civilización».
Y es a partir de esta aserción, que ambos autores comparten y se encuentra a la base
de sus respectivos trabajos, cuando podemos pasar a comentar brevemente el libro de
Monah James. Como su nombre indica, «Herencia robada», este libro nos habla de un
robo y como tal de una acción ejecutada a plena conciencia. Está bien que se me haya
presentado como licenciado en filosofía a la hora de introducirnos en la obra de Monah
James pues, licenciado en el año 1982, todo lo más que llegué a saber entonces en lo
referente a la tesis de este libro, fue que prácticamente todos los filósofos y estudiosos
griegos de la época iniciaban sus estudios en Egipto, pero nunca se me ocurrió pensar
en palabras del propio James que «Los Griegos no han sido los autores de lo que injustamente
se ha llamado filosofía griega, ésta ha sido básicamente creada a partir de
ideas y conceptos tomados en préstamo sin ningún reconocimiento o, peor aún, robados
por autores griegos deshonestos a los antiguos egipcios que eran un pueblo negroafricano
».
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Es el Sistema de los Misterios de Egipto, universidad de la antiguedad, hermandad
extendida por buena parte del mundo conocido lo que se encuentra a la base de todo
el conocimiento greco-romano y occidental. Contra toda lógica, 5.000 años de pensamiento
en el continente negro se diluyen como un azucarillo frente a los escasos tres
siglos de lo que el propio Aristóteles y su escuela, en un compendio harto improvisado
y falto de referencias claras, dio en llamar Filosofía Griega, es decir el período que va del
primer filósofo presocrático hasta el propio Aristóteles.
Sería imposible aquí alargarnos en un recorrido por esta obra que intento presentar,
resaltaré sólo algunas sospechas del autor que, a la postre, se convertirían en acusaciones.
Una vez James recorre la historia del pensamiento griego presocrático demostrando
que sus propuestas filosóficas son apenas ramas del tronco egipcio, se centra
en los filósofos griegos por excelencia: Socrates, Platón y Aristóteles. De ellos plantea
en síntesis lo siguiente: «Platón, alumno de Sócrates quién fue reconocido como el
padre de los filósofos de Atenas, fue él mismo reconocido por la posteridad exclusivamente
como filósofo. Aristóteles, alumno de Platón quién fue su único maestro durante
20 años ha sido sin embargo exaltado durante siglos como uno de los grandes científicos
de la Antiguedad. ¿Cómo hizo Platón para enseñar a Aristóteles lo que él mismo
ignoraba, es decir las ciencias?; ¿por qué Aristóteles permanece veinte años de su vida
recibiendo enseñanzas de quién, con toda evidencia, no podía aprender ninguna ciencia?;
¿cómo pudo escribir Aristóteles el número extraordinario de trabajos que se le atribuyen
(alrededor de 1.000 títulos), cuando esto es algo del todo imposible en el plazo
de un vida humana?».
Resumiendo James añade: «La filosofía griega es como un drama cuyos principales actores
fueron Alejandro Magno (cuyo preceptor fue Aristóteles), Aristóteles y sus sucesores
en el escuela peripatética, y el emperador romano Justiniano. Alejandro invadió Egipto y
se hizo con la Librería Real de Alejandría como botín de guerra y la saqueó. Aristóteles,
favorecido por quién durante años había sido educado por él, hizo su propia librería con
los libros saqueados, mientras su escuela ocupaba el edificio y lo usaba como centro de
investigación. Finalmente, el emperador romano Justiniano, con su conocido edicto,
abole los templos y escuelas de filosofía, nombre este último procedente a su vez de los
Misterios Egipcios y que los griegos reclaman como suyo, a causa de lo cual han sido
falsamente alabados y honrados durante siglos por el mundo como grandes filósofos y
pensadores. Esta enorme contribución a la civilización fue en realidad hecha por los egipcios
y por el continente africano y no por los griegos y el continente europeo ... De no ser
por este drama de la filosofía griega y sus actores, el continente africano habría tenido
una reputación diferente, y habría disfrutado de un estatus de respeto entre las naciones
del mundo. Esta desafortunada posición del continente africano y sus gentes aparece
como resultado de un falseamiento sobre el que se ha construido todo un prejuicio racial:
la opinión histórica del mundo sobre el continente africano como continente atrasado,
como gentes atrasadas, como civilización atrasada».
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Para terminar esta exposición tomaré prestadas las palabras de Monah James cuando él
mismo nos habla de la intención de su obra, intención ésta perfectamente extrapolable a
Cheikh Anta Diop, Frantz Fanon, Aimé Cesaire y casi todos los grandes escritores negros
de los años 50 del pasado siglo:
«La intención de este libro es establecer relaciones sanas y mejores entre las razas del
mundo, revelando una verdad fundamental que concierne a la contribución del continente
africano a la civilización. Debe ser grabado en la mente de todos que, la primera lección
en las Humanidades ha de ser dar a conocer a los pueblos su auténtica contribución
a la civilización, y la segunda lección es enseñárselo a las demás civilizaciones».
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SOMBRAS Y LUCES DE LA FILOSOFÍA AFRICANA. Albert Kasanda

SOMBRAS Y LUCES DE LA FILOSOFÍA AFRICANA
Albert Kasanda Lumembu
Filósofo y sociólogo congoleño

¿Existe en África, un pensamiento crítico y emancipador, liberado de la tutela occidental y de la influencia de las ideologías actualmente dominantes? La pregunta nos devuelve a un debate ya antiguo pero siempre actual sobre la posibilidad de existencia de una filosofía o de un pensamiento africano propio y sobre su capacidad para modificar la realidad. Tres paradigmas fundamentales han dominado el terreno desde los tiempos de la descolonización: la búsqueda de la identidad, la modernización o el desarrollo y la liberación política. En un momento en el que la idea de salud a través del mercado se impone en todos los continentes, en el que los Estados están siendo desposeídos de su soberanía y en el que un conjunto de grupos económicos planetarios y de empresas globales ejercen todo su poder sobre los asuntos mundiales, es más necesario que nunca que la inteligencia africana dé un salto cualitativo en el pensamiento. Por una redefinición del papel del filósofo africano y por la refundación de su discurso. Un discurso que, antes que anquilosarse en el rechazo del eurocentrismo, se enfrentaría de forma lúcida y rigurosa con los desafíos actuales de los pueblos africanos, tanto en sus relaciones con el mundo como en la asunción de sus responsabilidades.
Palabras claves: África, emancipación, filosofía africana, mundialización.

Así pues, ¿Existe en África un pensamiento crítico y emancipador, liberado de la tutela occidental y de la influencia de las ideologías actualmente dominantes? Si éste fuera el caso ¿cuál sería su responsabilidad frente a la deriva del continente? ¿La razón habría abandonado África o nunca habría radicado en ella? Hemos pues de retener tres paradigmas fundamentales: la búsqueda de la identidad, la modernización o el desarrollo y la liberación política. Se trata de analizar cómo la inteligencia africana ha formulado sus preguntas sobre su situación cotidiana y ha intentado encontrar respuestas.

1. Autenticidad y emancipación africana
El pensamiento africano es, desde hace aproximadamente medio siglo, objeto de una viva controversia entre los especialistas en filosofía. Algunos, pura y simplemente, niegan la existencia de esta disciplina, en tanto que otros se afanan en demostrar su pertinencia al precio de incontables ajustes conceptuales y de múltiples referencias a la cultura africana entendida como patrimonio filosófico.
Esta controversia no surge de la nada (ex nihilo). Tiene su origen en la reconsideración de ciertos acontecimientos dolorosos de la historia negro-africana, tales como la trata negrera, la esclavitud, la colonización o el apartheid. Esta referencia sugiere de entrada una característica largo tiempo dominante en el discurso filosófico africano, a saber, la búsqueda de sí o la preocupación por la rehabilitación de la identidad negro-africana. Se trata en definitiva de denunciar los prejuicios que Occidente, en virtud de su representación de África, ha hecho (y hace aún) sufrir al continente africano. Se trata en fin de descalificar esas falsedades, de refutar la pretensión occidental de encarnar, de forma exclusiva, la expresión de la humanidad. El objetivo es, en otros términos, contrarrestar el eurocentrismo cultural, político o filosófico que, a través de las tragedias evocadas, ha promovido la negación de la alteridad negro-africana hasta el punto de que los negro-africanos no se reconocen sino como extranjeros de sí mismos, alineados, empobrecidos desde el punto de vista material y ontológico, humanamente humillados y políticamente dominados.
El discurso sobre la identidad ha manejado como concepto de base la noción de autenticidad. Se trata, para la inteligencia africana de reencontrar su « alma » (african spirit) perdida o degradada por la invasión extranjera, especialmente la occidental. El reto es de altura, pues esta noción nos remite a la cultura africana entendida como manera de ser (mode of being) propia de los Africanos y en la que es necesario reencontrar la originalidad, considerada como el antídoto al sufrimiento africano y como respuesta adecuada a la dominación occidental. Esta búsqueda está, en lo esencial, orientada hacia el pasado, entendido como inmutable e impermeable a la acción del tiempo. Asimismo, la noción de raíces ocupa aquí un lugar central, en tanto que las diferentes tradiciones culturales africanas son exhumadas, idealizadas o sacralizadas.
En esta línea se han distinguido numerosas corrientes de pensamiento a lo largo del pasado siglo. La negritud figura entre las más conocidas. Estos movimientos tienen en común una aproximación dicotómica a la realidad. Perciben por ejemplo la cultura africana en términos de oposición radical, a saber, « nosotros vs. ellos », « autóctonos vs. extranjeros », « auténtico vs. falso ». « Blancos vs. Negros », « Vencedores vs. vencidos ». Cada categoría toma de esta oposición sus características esenciales, en tanto que las ideas de síntesis, mestizaje o interculturalidad son objeto de desconfianza y profunda sospecha. La cultura es considerada como un todo orgánico cuyo equilibrio soporta mal la intrusión de elementos extranjeros. De ahí se deriva un enclaustramiento del africano en sí mismo y una lectura reduccionista de la historia y de las situaciones del continente.
La obsesión identitaria subyacente a estas corrientes oculta la diversidad y la pluralidad de las culturas africanas. En otros términos, el movimiento identitario habla de África en singular. Haciendo esto, omite mencionar otras muchas características del continente. La correlación de fuerzas que trabajan en la configuración de las relaciones sociales y en la gestión de las estructuras económicas, el oportunismo y el juego de las alianzas políticas son considerados como datos secundarios, siendo lo principal reencontrar la esencia perdida de una cultura burlada.
Estas teorías, aparentemente progresistas porque reivindicadoras de un patrimonio legítimo expropiado, fueron adoptadas por una parte de las elites locales que se constituyeron rápidamente en las nuevas burguesías. Detentadoras de la legitimidad cultural recuperada, podían instaurar las nuevas relaciones sociales internas, construir su fuerza política, amasar sus riquezas trabajando al servicio de intereses extranjeros y poner sus bienes a buen recaudo de los avatares de sus propias sociedades. Las tradiciones africanas demostraban así tener buena espalda.
En suma, el proyecto de emancipación africana a través de la rehabilitación cultural ha permanecido prisionero de la ceguera de sus iniciadores. La ilusión centrada en la rehabilitación del pasado africano como respuesta a los problemas del continente ha hecho pasar a un segundo plano los verdaderos asuntos de las sociedades africanas y truncado así la reflexión. La inteligencia africana se ha ilustrado, en este sentido, de mimetismo y victimización.

2. El desarrollo y la modernidad africana
La lucha por el reconocimiento de la soberanía de las naciones africanas ha dado lugar, hace unos cuarenta años, a la preocupación por el desarrollo.
El discurso sobre el desarrollo reposa, contrariamente a la idea de autenticidad africana obnubilada por el pasado, sobre el postulado de un modelo de sociedad orientado al porvenir, es decir evolucionando hacia la modernidad. La idea de « despegue económico » es en este caso la metáfora operante.
La noción de desarrollo se ha articulado, en África, a lo largo de estos cuatro decenios, a través de tres pensamientos principales. En primer lugar se postula el paso de una economía de subsistencia a una economía moderna. La proposición fundamental, en este caso, consiste en superar el retraso tecnológico y económico de los países africanos.
Acto seguido, frente al evolucionismo subyacente al paradigma anterior, se ha desarrollado un pensamiento crítico que ve en el subdesarrollo no el efecto de un retraso de los países africanos por relación a los países occidentales, sino la consecuencia de una relación de fuerzas asimétrica entre las dos entidades.
Por último, la idea de mercado como vía al desarrollo se ha impuesto en los dos últimos decenios, especialmente bajo el liderazgo de las instituciones de Bretton Woods. Esta visión privilegia, a parte de la liberalización de las finanzas y la libre circulación de capitales, la racionalidad procedimental y la regularización de los comportamientos individuales a través del mercado. En otros términos, éste último se constituye en « la norma, lo óptimo, independientemente de los recorridos históricos y de las diversidades estructurales. Las instituciones, las reglas y las normas sociales se asimilan a distorsiones que obstruyen al mercado o a relaciones contractuales entre voluntades individuales » (Philippe Hugon, 1992, 219).
Los paradigmas evocados tienen un rasgo en común: el voluntarismo. Ellos manifiestan un determinismo riguroso, haciendo creer entre otras cuestiones que la sola acción voluntarista del Estado sobre las clases dominadas, véase la intervención de una mano invisible, puede asegurar con certeza el despegue de África y su desarrollo económico. De ahí se desprende una visión de la sociedad y de la naturaleza como cuerpos inertes y sin espesor que la acción de un agente racional puede, fácilmente, transformar en provecho de sus miembros. Semejante percepción olvida las convulsiones sociales y políticas características de la evolución de África desde las independencias. En otras palabras, aprecia mal la influencia de las tradiciones y de las estructuras sociales africanas cuyo ethos esta lejos de coincidir con la axiología occidental.

3. La democracia y la liberación de África
Las nociones de democracia y de liberación ocupan ampliamente el campo de la reflexión en África. Implican la búsqueda de un « vivir juntos » equitativo y participativo, sin cadenas ni dominación, sin opresor ni oprimido. Estas nociones vehiculan el ideal de una sociedad fundada sobre el derecho, la buena gobernanza y la ausencia de toda explotación. Ellas han conocido, en África, un desarrollo en dientes de sierra donde se mezclan esperanzas y desesperanzas, ilusiones y desilusiones, sueños y pesadillas.
La lucha por la liberación es el corolario de la conciencia africana en lo que respecta a los desastres de la colonización y del imperialismo. Kwame Nkrumah fue una de sus figuras destacadas. Él postula la idea según la cual el subdesarrollo y la alienación de África no son sino síntomas de un problema más grave aún, a saber, la dominación del continente negro. Barrunta la solución en la conquista del poder político. Por ello se siente próximo al aforismo siguiente: « Busca de entrada el poder, el resto vendrá por sí mismo ». Su compromiso por el « conciencismo » y su lucha por el panafricanismo se inscriben en este entramado.
La liberación implica, según los partidarios de esta ideología, una modificación radical de los sistemas en vigor y de las relaciones de poder, el fin del imperialismo y la desaparición del capitalismo. La alternativa propuesta no es otra que el socialismo. A pesar del nacionalismo implícito en estas reivindicaciones, este pensamiento se ha mantenido en silencio en relación con los debates concernientes a las realidades étnicas y culturales.
Muchos factores han contribuido, hacia finales de los 80, a la eclosión de nuevas ideas en África. En primerísimo lugar, en el campo exterior, el final de la guerra fría y en particular, la implosión del modelo soviético han sido determinantes. Las nuevas políticas de ayuda adoptadas por las instituciones de Bretton Woods y los acreedores occidentales han contribuido a un reforzaminento de la crítica del Estado africano, mientras que la imposición de nuevos condicionantes políticos ha roto el vaso del monopartidismo y abierto nuevas perspectivas de reflexión y de acción como la democracia, los movimientos sociales y la sociedad civil. Además, desde el punto de vista interno, una conciencia se ha impuesto con claridad entre las poblaciones africanas en cuanto al fracaso de las teorías de desarrollo y de la acción del Estado como garante exclusivo de progreso. La organización, en numerosos países africanos, de debates populares conocidos bajo la denominación de « conferencias nacionales soberanas » ha significado una verdadera vuelta de tuerca democrática (Democratic turn) en el África negra. No solamente se ha dado la palabra al pueblo, sino que también, las diferentes organizaciones sociales tienen derecho a una existencia legal. Sus acciones han empezado a manifestarse a la luz del día, mientras que su léxico se ha enriquecido con nuevos conceptos como por ejemplo, los derechos humanos, la ciudadanía, la participación o el buen gobierno.

4. Por un salto de calidad en el pensamiento africano
Es un lugar común decir que la globalización ha removido de principio a fin las estructuras sociales, económicas y políticas de todos los países del planeta.
Tal como nos lo ha venido mostrando el análisis precedente, África no es ajena a esta evolución planetaria. Esta situación reclama a la inteligencia africana, sin más retraso, un salto cualitativo en el pensamiento. Ella interpela especialmente a aquellos cuya profesión es buscar el sentido de la existencia a través de una reflexión sistemática y racional, a acabar con el letargo intelectual y existencial en el que se ha deslizado el continente. Para poder hacerlo, dos caminos son contemplables: la redefinición de la imagen del filósofo africano y la refundación de su discurso.
1. La imagen del filósofo africano
El peso de las estructuras y los objetivos académicos son determinantes en la relación que el filósofo africano teje con la realidad cotidiana de su pueblo. Muchos son en efecto los que caen seducidos por el encanto de las ideas en detrimento de la situación real.
Semejante percepción puede llevar a la idea de que la realidad material no formaría parte de la actividad filosófica. Dicha realidad sería de poco interés para el filósofo que, por su propia esencia, se sentiría llamado por la nobleza y el cumplimiento de importantes obras del espíritu. Esta apreciación esconde mal una dicotomía perjudicial a la noción misma de filosofía. Esta última supone no solamente la contemplación (theoria), sino también la acción (praxis). Se inscribe de forma inevitable en un espacio y tiempo concretos. Estas dos determinaciones le dan una historia, un aspecto y un sabor propios. Su consistencia y su identidad. Toda iniciativa filosófica que ignore una u otra de estas determinaciones daría muestras de indudable ceguera intelectual.
La tarea de la filosofía, decía Marx, es transformar el mundo. La misión del filósofo en la sociedad puede pues entenderse de forma totalmente distinta. Ella se incardina en una dinámica existencial en la que la realidad primera no es otra que la inserción del filósofo mismo en un modo de vida o una comunidad que, en lo esencial, le transmite una visión del mundo de la que él trata de explicar las articulaciones, justificar los fundamentos y trabajar en su transformación. El discurso filosófico nace y se desarrolla en la textura de lo humano o en la banalidad cotidiana. El filósofo africano es llamado a abandonar el dogmatismo académico y el alejamiento que le produce la institucionalización de la filosofía.

2. A la búsqueda de un nuevo paradigma
¿Cómo elaborar un discurso filosófico que, lejos de anquilosarse en el rechazo del eurocentrismo, retomaría de forma lúcida y rigurosa los principales desafíos del pueblo africano en su relación con el mundo y en relación a sí mismo? Algunas cuestiones retienen en este punto nuestra atención:
1. Las condiciones de producción del discurso filosófico
La referencia a las condiciones que envuelven la producción del discurso filosófico africano es un paso inevitable. En efecto, una de las dificultades esenciales de la filosofía africana consiste en la determinación de su destinatario. ¿A quién se dirige el discurso filosófico africano ?.
El hecho de que África cargue todavía con los estigmas de la trata negrera y de la colonización no la exime de ninguna forma de las problemáticas actuales relativas al entorno, al género, a la gobernanza, a las relaciones interculturales e interétnicas, a la cuestión de las generaciones futuras o de la deuda externa. Precisamente por su anclaje en el corazón mismo de las realidades africanas, estos temas obligan al pensador africano a abandonar las evidencias académicas y las certezas institucionales, en provecho de una reflexión modulada por las aspiraciones del pueblo que se revelan, en definitiva, como la fuente y la finalidad de su discurso.
2. La llamada a la interdisciplinariedad
Es hora de que el pensamiento africano, superado el complejo de inferioridad, se abra a más disciplinas que a sus aliadas tradicionales como la etnología, la teología o la lingüística. Si la afirmación de la diferencia cultural era, ayer, motivo de orgullo justificando el uso casi exclusivo de estas disciplinas; hoy, la constatación de las desigualdades sociales y económicas es un motivo de inquietud que nos ha de llevar a atender otros dominios de investigación.

3. El método filosófico
¿Qué métodos para la filosofía africana? Esta cuestión a la luz del debate sobre la existencia de filosofías particulares, sugiere otro interrogante: a saber, ¿existe una vía particular, es decir, un método propiamente africano, árabe, asiático o latinoamericano de hacer filosofía? Se trata de la universalidad del método filosófico. Es necesario, para poder responder, establecer la diferencia entre el hecho de reflexionar filosóficamente y el ejercicio de la reflexión filosófica en un contexto particular. La filosofía, en tanto que acto reflexivo, no lleva, en el momento de su ejecución, el sello personal de su autor. « Reflexionar, es siempre trascender las fronteras de la especificidad individual o colectiva para acceder a un universo que pertenece de pleno derecho a todo ser capaz de reflexión ». (Jean-Pierre Warnier, 1999, 303). En este sentido, la reflexión filosófica presenta las reglas metodológicas siguientes: positivismo en la formulación de los materiales de reflexión, rigor en la reflexión, perspicacia y referencia a la vida concreta.
La referencia a la vida concreta individual o colectiva subraya la fecundidad de la unión entre filosofía y vida. Así pues, en la medida en que las intuiciones relativas al pensamiento africano se modulen según las reglas evocadas, la renovación de este último resulta previsible.
La filosofía africana no es un dominio estático. Si, al principio, ha estado viciada por la lucha anticolonial, hoy es interpelada por las coacciones del mundo moderno, la ofensiva de la globalización y la crisis, vuelta crónica, del continente negro. Es en el compromiso de los pensadores africanos a plantar cara a estas múltiples interpelaciones donde se desprende la identidad y el dinamismo de este pensamiento. Se trata de un recorrido sin fin, pues cerrarlo significaría la muerte de toda actividad pensante en África.

ACEG

ACEG

ASOCIACIÓN CANARIA DE ESTUDIO DE LA GLOBALIZACIÓN
aceg@ulpgc.es

Ante el fenómeno complejo de la globalización, un grupo de ciudadanos/as de esta Comunidad, decidieron constituir en julio de 2001, una Asociación que abriera un espacio de debate y reflexión sobre las consecuencias que dicho fenómeno tiene en la actualidad.
Tanto la aceptación incondicional de la hegemonía neoliberal como la contestación misma sin búsqueda de alternativas, son opciones paralizantes que sólo conducen a la resignación. Creemos que todas las iniciativas en la lucha para que la dignidad rebelde, el corazón olvidado de la patria-humanidad, la palabra que vino desde el fondo de la tierra y de la historia, no puedan ser arrancadas por la soberbia del poder, debemos unir nuestras voces y apoyarnos mutuamente en esa lucha a favor de la vida.
ACEG se crea desde el ánimo de servicio a la comunidad, aunando esfuerzos para alentar el debate crítico, amplio y constructivo en la sociedad canaria sobre la globalización y sus implicaciones para el Archipiélago, capaz de sensibilizar y comprometer a la ciudadanía en la búsqueda de respuestas a los retos y oportunidades que se nos presentan como pueblo. A su vez, se procura también que Canarias ofrezca a la comunidad internacional un espacio de reflexión y de iniciativa social sobre caminos de mundialización solidaria e igualitaria.
A pesar de su importancia, no se habían realizado en Canarias esfuerzos significativos para valorar amplia y profundamente las nuevas realidades que comporta la mundialización y sus consecuencias sociales, culturales, políticas, tecnológicas y económicas para la sociedad canaria.
En el transcurso de tres años y medio se han organizado tres Jornadas Internacionales, a saber: “I Jornadas Internacionales de Reflexión Crítica sobre la Globalización” (Las Palmas, noviembre 2002); “II Jornadas Internacionales, África y Canarias en la era de la Globalización” (Las Palmas, noviembre 2003), y “III Jornadas Internacionales de Propuestas, desde una globalización alternativa, sobre las relaciones Canarias-África” (La Laguna, noviembre 2004); el encuentro en Canarias del Comité del Foro Social Africano (mazo 2005), además de otras actividades que han abierto espacios para el debate plural, como módulos de estudio permanentes, mesas redondas y conferencias. Para la realización de estas actividades hemos contado con la colaboración de entidades como la ULPGC, ULL, Dirección General de Relaciones con África, Fundación Ideo, Instituto Canario de la Mujer, Fundación Manuel Velázquez Cabrera (Fuerteventura), Caja de Canarias, Cabildos de Gran Canaria, de Fuerteventura, de Lanzarote, Ayuntamientos de Teror, Valleseco, Agüimes, La Laguna, Guía de Isora, entre otros. Hemos editado también el libro de Ponencias, Conferencias y Comunicaciones de las I Jornadas Internacionales de Reflexión Crítica sobre la Globalización.

Los fines de ACEG son:
a)Reflexionar amplia, profunda y críticamente sobre el fenómeno de la globalización, identificando las repercusiones del mismo sobre el desarrollo sostenible y la distribución de la riqueza a escala mundial para los distintos continentes, países, comunidades y colectivos humanos, y desentrañando los mecanismos y procesos actuantes que posibilitan y posibilitarán dichas repercusiones.

b)Elaborar propuestas alternativas que corrijan los efectos contrarios al deseable desarrollo global e igualitario de todos los pueblos y colectivos.

c)Sensibilizar al conjunto de la sociedad canaria favoreciendo un amplio foro social de reflexión y debate, capaz de generar opinión pública e iniciativa social sobre la mundialización y sus repercusiones, especialmente para Canarias.

d)Fomentar la articulación de Canarias como centro-plataforma mundial para el debate crítico y el encuentro intercultural y solidario de las iniciativas sociales sobre la globalización, especialmente de las iniciativas sociales del Sur.

HAZTE SOCIO DE ACEG
Todas las personas que comparten nuestros fines tienen un lugar en la Asociación pudiendo incorporarse como socio, como colaborador o como simpatizante. Las formas de participación se dan de acuerdo a las posibilidades de cada quien, pudiendo incorporarse en los módulos de trabajo, en las actividades permanentes, participando en las jornadas o aportando cualquier idea, proyecto o sugerencia que contribuya a enriquecer y profundizar la concreción de los fines que nos hemos propuesto, partiendo siempre del respeto a la diversidad.

CARTA ABIERTA SOBRE LA FUTURA CASA DE ÁFRICA. Mayo 2005

CARTA ABIERTA SOBRE LA FUTURA CASA DE ÁFRICA
Asociación Canaria de Estudio de la Globalización (*)

El encuentro del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, con los embajadores españoles en África, que se celebrará el 10 de Mayo en Santa Cruz de Tenerife, es el escenario escogido para anunciar, por parte del Ministerio, la creación de la Casa de África.
En este sentido, desde la Asociación Canaria de Estudio de la Globalización (ACEG), nos congratulamos de que finalmente este proyecto empiece a ver la luz, cubriendo el déficit en materia organizativa que las relaciones Canarias-África han tenido en nuestra región.
La creación de la Casa de África pone de manifiesto el interés del gobierno central de contar con un instrumento específico de política exterior hacia el Continente africano que además llena un vacío institucional en las relaciones España-África.
Colectivos como ACEG, que venimos trabajando desde hace varios años en el análisis, la investigación y la cooperación con agentes sociales tanto en África, creando redes con movimientos como el Foro Social Africano; como en Canarias con Asociaciones de africanos asentados en nuestra región, nos congratulamos con la voluntad del gobierno central de crear la Casa de África en Canarias.
Al mismo tiempo está nuestra preocupación respecto a la orientación y los ámbitos de actuación que pueda llegar a tener la futura institución. Estos temores surgen al observar como el interés por África de las instituciones canarias forma parte de una política más amplia, la internacionalización de la economía canaria, lo cual en si no nos parece mal. Y que desde la Consejería de Economía y Hacienda ha recibido un gran impulso a través de la firma de convenios como el suscrito en marzo, entre el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) y Promociones Exteriores Canarias (PROEXCA) para intensificar la proyección exterior de las empresas canarias en los países de África Occidental, así como la reactivación del Consejo Asesor para el Comercio con África Occidental (CAPCAO). De igual forma la propuesta de la Autoridad Portuaria de ofrecer el edificio de la Zona Franca para la instalación de la Dirección General de África, la Casa de África y Proexca, obedece a la misma estrategia.
Por estas razones nos tememos que la Casa de África pueda formar parte de un entramado que desde el Gobierno de Canarias, especialmente la Consejería de Economía y Hacienda, y desde otras instituciones públicas y privadas se ha venido creando en apoyo a la internacionalización de la economía canaria , una vez que el mercado interior empieza a agotarse; y en consecuencia, esta futura Casa se convierta en un mero Centro de Negocios con África Occidental cuyas operaciones puedan ser subvencionadas con recursos dedicados a la cooperación internacional al desarrollo.
Desde ACEG entendemos que Casa de África no puede convertirse en un nuevo centro de poder donde los distintos grupos de presión económica, como las Cámaras de Comercio de Las Palmas y de Tenerife, y otras instituciones, pugnen por su control y por la gestión de los fondos destinados a la cooperación al desarrollo. Se necesita una Casa de África que sea fundamentalmente, un polo de difusión cultural y de intervención social que promueva el conocimiento mutuo de africanos y canarios. Desde el punto de vista institucional debe ser un organismo público, donde primen los aspectos culturales, de formación, comunicación y de cooperación, en el que se cuente también con las Asociaciones de africanos asentados en nuestra región, cuyas remesas a sus países de origen constituyen en la actualidad un importante factor de desarrollo en la región.
En este sentido nos preguntamos si desde el gobierno central y autonómico son conscientes de la magnitud del proyecto que ahora acometen con la creación de la Casa de África en el archipiélago; si, teniendo como modelos las tareas emprendidas por las Casas de América y Asia, son conscientes del volumen de inversión y de actividades -eminentemente culturales y de comunicación- que una casa continental comporta. De ser así nos congratulamos y entendemos que iniciamos un buen camino. Por el contrario, si la ubicación de la Casa de África en Canarias obedece sólo a estrategias de tipo económico-comercial como las anteriormente mencionadas, estaremos antes de empezar perdiendo una ocasión inmejorable de avanzar en el cada vez más necesario entendimiento entre los pueblos.
Reclamamos que la Casa de África sea una ventana de África en Canarias y en España, más que una puerta que sólo sirva para una penetración depredadora, y la consiguiente repatriación, de los capitales canarios e internacionales en África.
Por ello requerimos la creación de una comisión asesora para el diseño de la Casa de África donde participen, junto a otros agentes, los movimientos sociales y ONGs vinculados a proyectos de cooperación y redes africanas.

ASOCIACIÓN CANARIA DE ESTUDIO DE LA GLOBALIZACIÓN

Lista de Firmantes:
Esteban Velázquez Guerra
Lourdes Urbaneja Clerch
Catherine Hernández García
Juan Montero Gómez
José Villalba Pérez
Rafael Morales Caballero
José Joaquín O’Shanahan
Herminia Fajardo Feo
José Suárez Sánchez
Eugenio Reyes Naranjo
Juan Moreno Moreno
Fernando Redondo Rodríguez
Rosalía Rodríguez
Romina Paula Gemignani
María Luisa Blanco Roca
Lourdes Brito González
Leopoldo Cal Fernández
Felipe Bermúdez Suárez
Pedro Sánchez Limiñana
Ricardo Sperre González
Juan Peña García

Casa de África

CARTA ABIERTA SOBRE LA FUTURA CASA DE ÁFRICA

Asociación Canaria de Estudio de la Globalización (*)

El encuentro del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, con los embajadores españoles en África, que se celebrará el 10 de Mayo en Santa Cruz de Tenerife, es el escenario escogido para anunciar, por parte del Ministerio, la creación de la Casa de África.
En este sentido, desde la Asociación Canaria de Estudio de la Globalización (ACEG), nos congratulamos de que finalmente este proyecto empiece a ver la luz, cubriendo el déficit en materia organizativa que las relaciones Canarias-África han tenido en nuestra región.
La creación de la Casa de África pone de manifiesto el interés del gobierno central de contar con un instrumento específico de política exterior hacia el Continente africano que además llena un vacío institucional en las relaciones España-África.
Colectivos como ACEG, que venimos trabajando desde hace varios años en el análisis, la investigación y la cooperación con agentes sociales tanto en África, creando redes con movimientos como el Foro Social Africano; como en Canarias con Asociaciones de africanos asentados en nuestra región, nos congratulamos con la voluntad del gobierno central de crear la Casa de África en Canarias.
Al mismo tiempo está nuestra preocupación respecto a la orientación y los ámbitos de actuación que pueda llegar a tener la futura institución. Estos temores surgen al observar como el interés por África de las instituciones canarias forma parte de una política más amplia, la internacionalización de la economía canaria, lo cual en si no nos parece mal. Y que desde la Consejería de Economía y Hacienda ha recibido un gran impulso a través de la firma de convenios como el suscrito en marzo, entre el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) y Promociones Exteriores Canarias (PROEXCA) para intensificar la proyección exterior de las empresas canarias en los países de África Occidental, así como la reactivación del Consejo Asesor para el Comercio con África Occidental (CAPCAO). De igual forma la propuesta de la Autoridad Portuaria de ofrecer el edificio de la Zona Franca para la instalación de la Dirección General de África, la Casa de África y Proexca, obedece a la misma estrategia.
Por estas razones nos tememos que la Casa de África pueda formar parte de un entramado que desde el Gobierno de Canarias, especialmente la Consejería de Economía y Hacienda, y desde otras instituciones públicas y privadas se ha venido creando en apoyo a la internacionalización de la economía canaria , una vez que el mercado interior empieza a agotarse; y en consecuencia, esta futura Casa se convierta en un mero Centro de Negocios con África Occidental cuyas operaciones puedan ser subvencionadas con recursos dedicados a la cooperación internacional al desarrollo.
Desde ACEG entendemos que Casa de África no puede convertirse en un nuevo centro de poder donde los distintos grupos de presión económica, como las Cámaras de Comercio de Las Palmas y de Tenerife, y otras instituciones, pugnen por su control y por la gestión de los fondos destinados a la cooperación al desarrollo. Se necesita una Casa de África que sea fundamentalmente, un polo de difusión cultural y de intervención social que promueva el conocimiento mutuo de africanos y canarios. Desde el punto de vista institucional debe ser un organismo público, donde primen los aspectos culturales, de formación, comunicación y de cooperación, en el que se cuente también con las Asociaciones de africanos asentados en nuestra región, cuyas remesas a sus países de origen constituyen en la actualidad un importante factor de desarrollo en la región.
En este sentido nos preguntamos si desde el gobierno central y autonómico son conscientes de la magnitud del proyecto que ahora acometen con la creación de la Casa de África en el archipiélago; si, teniendo como modelos las tareas emprendidas por las Casas de América y Asia, son conscientes del volumen de inversión y de actividades -eminentemente culturales y de comunicación- que una casa continental comporta. De ser así nos congratulamos y entendemos que iniciamos un buen camino. Por el contrario, si la ubicación de la Casa de África en Canarias obedece sólo a estrategias de tipo económico-comercial como las anteriormente mencionadas, estaremos antes de empezar perdiendo una ocasión inmejorable de avanzar en el cada vez más necesario entendimiento entre los pueblos.
Reclamamos que la Casa de África sea una ventana de África en Canarias y en España, más que una puerta que sólo sirva para una penetración depredadora, y la consiguiente repatriación, de los capitales canarios e internacionales en África.
Por ello requerimos la creación de una comisión asesora para el diseño de la Casa de África donde participen, junto a otros agentes, los movimientos sociales y ONGs vinculados a proyectos de cooperación y redes africanas.

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